jueves, 8 de noviembre de 2018


Noche de lobos, título, adaptado para el cine, del libro "Hold the dark".

En un remoto pueblo de Alaska un niño, a la puerta de su casa, se entretiene con soldados de juguete, utilizando un montículo de nieve a modo de territorio hostil. Los lobos ya se han llevado a varios. Mientras en Irak un padre hace la guerra y se defiende de ella con su propia ética. Hasta que es herido.

En Alaska los pobladores están acostumbrados a la naturaleza salvaje que les envuelve, retándoles a sobrevivir. Una mujer que fue madre huye, abandonando el cadáver de su único hijo. Tras la máscara del lobo, desnuda y sin palabras, ha contado su verdad. Su espíritu roto habla de su soledad y de su miedo al desarraigo. Escapa de la extraña sociedad que la condena, juzgando su impulso natural, el instinto que no han podido curar. Escapa implorando ser cazada. Escapa de la venganza de un padre que ya no lo es, de un padre que ya es sólo un hombre, matando el recuerdo de su propio padre, ejecutando su vendeta contra el mundo que le obliga a permanecer ligado a una realidad que no reconoce, que ha de trascender.

El hombre ha intentado comportarse como un ciudadano de moral propia, atrapando al lobo, la agresividad innata, el impulso brutal e inverosímil que se descontrola ante la traición. Mata para proteger, por amor, por venganza. Mata de forma tan irracional como coherente con la pasión animal.

El hombre consigue comprender al lobo que hay en ella, que es empujado a abandonar el entorno social y conquistar su naturaleza intrínseca, criando a un nuevo hijo sin influencias externas que puedan alejarle.

Más lobos que hombres, aceptan su condición natural, caminan arrastrando el ataúd del hijo sacrificado por la supervivencia del siguiente y de la mano se adentran en el mundo al que pertenecen y que por naturaleza pertenece a su hijo no nato, dejando atrás al único ser humano al que han mostrado piedad y compasión, quizás empatía, porque es el único que les ha querido entender y proteger sin juzgar.

La mujer consigue desprenderse de la máscara, descubrirse. El hombre acepta volver a colocársela. Y al final ninguno de los dos la necesita porque el lobo los ha dominado.