martes, 9 de agosto de 2011

Desnudándome.

No me hables de eternidad,
si cada promesa es palabra de un momento.
Sólo abrázame si vuelvo
este cuerpo que es tu sueño
y exhibo el cerrojo del infierno,
la dualidad de los extremos,
abierto con puñal.
Tal vez te ofrezca un beso sin partir,
por un muerdo. Una sonrisa dedicada.
Y con mis labios en tu espalda, un "por ti",
si te rindes tú primero,
si tampoco me exiges al amanecer.
Pero has de saber:
"enamorarse conmigo requiere una apuesta constante.
Y por esta noche quiero darte lo mejor de mí,
si me dices: no voy a soltarte".
A la mañana decidiré si sigo aquí
para despertarte. O si me voy,
dejándote tan sólo despojos amantes
de lo que fui,
entre sábanas sobrantes en la guerra,
pesados para huir,
si detono por volátil.
Princesa de sangre fría,
por el sur tentada,
por el riesgo
y por su inercia.
Un aviso en exclusiva:
"no quiero que me quieras en ausente".
No me pidas: "cásate conmigo".
Agárrame la mano y te bailaré.
Por hoy, me basta,
entrelazarnos,
si tú y yo somos sinceros,
de mirada fija.
Sólo un ruego: "no me sueltes,
y rétame"
La única promesa que te exijo
cada día.
Para, sin duda que me empuje (a correr),
querer quedarme contigo.