viernes, 11 de febrero de 2022

Más lejos de ti, conmigo

Hay una poema de Cortázar que dice "Siempre fuiste mi espejo. Para verme tenia que mirarte". No habla del amor, ahora lo sé. Habla de la oscuridad de dos figuras que se retan, de un latido, de la sangre que arde y hierve y de las manos que luchan por estar quietas. En la mirada del otro se tantean. Mirarle a él para lograr verme. Adicta. No, no es amor, es la sombra que me atrapa. Nunca escapo si la proyecta mi propia luz. Corro y va detrás, cadena a mis pies. Los ojos. Otros ojos. Otros ojos para mirar dentro sin querer mirarme a mi a través de ellos. Unos ojos que me devuelvan la mirada sin mi reflejo, que solo me miren y me tienten. Ya no quiero mirarle para verme. Es decir, deberíamos aprender a vernos...sin nadie. Después, sabremos alcanzarnos sin necesitar aquellos ojos, extraños, aquella mirada, que soporta nuestro peso y nos engancha. Sabremos elegir sin tener que quemar calles y canciones para no encontrar el camino de regreso.