sábado, 23 de julio de 2011

Pero también cautiva.

Si se tratase de refundir la fe
diría que la fragua no cerró anoche.
Con acero de navaja deformado
sobrevino un abrazo.
Y grabado "por quererte" en la piel
a un palmo de mí, sobre tinta corrida,
quise derrotarme en tu pecho
y regalarte una sonrisa.
Adelantarme a las amarras del sueño
en este silencio repleto
de recuerdos, de esperanza
y compartido. De perdón.
En la madrugada no quise ya tejerme
a una lámpara de aceite.
Del frío cobijada en tu olor.
Jugando ambos con el fuego
en el que aun ardemos
sin quemarnos.