jueves, 28 de julio de 2011

Sobre crisantemos, atreviéndome a soñar en el trabajo.

Arriesguemos por cualquier carretera secundaria. ¡Llévame a ver el mar! Aparca en el desvío de la cala. Paseemos por la orilla. Quiero para nosotros el atardecer, el rayo verde, si la suerte nos escoge con el vaivén de las olas en los pies. Y la caricia de la espuma. Acurrucada en tu pecho. Nuestras manos se entrelazan sentados al alcance de la mar, donde muere el oleaje. Sólo un beso en el ocaso. Y de regreso al coche, hace frío. Me dices que quieres dormir. Tú descansa una horas amor mío, que yo guardo el paraíso más sencillo por los dos. Por siempre. Más allá del recuerdo. Donde no tienta la nostalgia. Puesto que te tengo. Ya de vuelta a la ciudad acaricias mi pelo sin tintar, respetas mi cansancio en este viaje de regreso.